Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

domingo, 18 de mayo de 2025

José Martí y la propiedad sobre los medios de producción[1]

A 130 años de la caida en combate de José Martí, reproducimos este breve ensayo, que conserva plena vigencia, realizado por el hoy Dr. C. Luis Marcelo Yera en el centenario de aquel hecho fatídico.

 “Solo Darwin en las ciencias naturales ha dejado en nuestros tiempos una huella comparable a la de George en la ciencia de la sociedad”.[2]

Como veremos, esta sentencia de Martí realizada en junio de 1887, define la base teórica de su pensamiento en desarrollo acerca de la propiedad sobre los medios de producción, ese aspecto decisivo de todo proyecto político. A la vez, contrasta, según observó perspicazmente Fernández Retamar[3] con lo dicho por Engels cuatro años antes, en 1883, durante su famoso discurso en las exequias de Carlos Marx.[4]

Es así, que el estadounidense Henry George, y no Marx, era el teórico social que más había impactado a nuestro Héroe Nacional. No obstante, este trabajo tiene el objetivo de mostrar no solo los diferentes e inusitados puntos de contacto que sobre la temática poseen el Apóstol y un redescubierto Carlos Marx, sino de extraer de sus respectivas concepciones y actitudes algunas lecciones para el presente.

Comencemos con los criterios de Martí sobre el máximo libro de George, Progreso y Miseria. Esta obra la valoró como un "examen hondísimo de los males humanos y sus causas" que "llega a asentar que todo el mal viene de la acumulación de la tierra en manos privadas, y sostiene que el problema de la pobreza no tiene en estos pueblos grandes (es decir, en los que hoy diríamos «países capitalistas desarrollados») más remedio que ir convirtiendo pacíficamente por una reforma en la tarifa toda la tierra, que la naturaleza creó para todos los hombres, en propiedad nacional, por cuyo uso pague el ocupante a la comunidad, explótelo o no, el alquiler de la tierra que ocupa, el cual irá como contribución única a pagar las legítimas expensas del Erario, quien no tendrá en esa manera que agravar los costos de la vida con los derechos de aduana, y aún podrá, con lo que ha de sobrarle reunir en sus manos y gobernar por sí todos los medios de comunicación necesaria para la felicidad humana que por no poder existir sin el elemento nacional de la tierra, pertenecen de derecho a la nación para el beneficio de sus habitantes".[5]

La limitación de George de resolver el problema social nacionalizando solamente la tierra y los llamados servicios públicos de la época —el correo, los telégrafos y el ferrocarril—, y cobrando un impuesto único por el uso de la primera, lo convertía en un representante de los intereses de los pequeños agricultores norteamericanos, afectados como nadie por los impuestos de los latifundistas y las tarifas de carga del ferrocarril privado. De todas formas, George alcanzó también un gran apoyo obrero, aunque el propio Marx lo criticó en 1881 cuando escribió a Sorge, entre otras cuestiones, que: “El hombre (se refiere a George) está, en el plano teórico, totalmente atrasado”.[6]

Sin embargo, el hecho de que Martí diera una connotación tan grande a la obra de George no impidió que nuestro Héroe Nacional rebasara con sus concepciones sobre la propiedad al norteamericano. En 1890 preconizaba porque “… la industria, los bienes perennes y comunes de la naturaleza no estén concentrados en manos de monopolios privados para el beneficio de los monopolios, sino en manos de la nación para el beneficio nacional".[7]

Obsérvese cómo el Apóstol añade a las nacionalizaciones de George la de los monopolios industriales. Así, estamos ante un Martí más avanzado, que le preocupa menos que gane espacio la propiedad estatal al modo de la abordada en su trabajo sobre Hebert Spencer, filósofo inglés que había escrito por aquel entonces el libro El hombre contra el Estado, en cuatro ensayos. El segundo de ellos, con el título de La futura esclavitud, lo analizó Martí en 1884 en un artículo periodístico, compartiendo y discrepando puntos de vista del británico sobre las consecuencias que tendría la extensión de la propiedad del Estado a todas las esferas de la vida de una nación.[8]

Los planteamientos de Spencer se sustentan en lo fundamental en dos ideas muy discutibles: todo colectivismo socialista debilita la acción individual y la de que todos los males sociales proceden de la naturaleza humana, eternamente defectuosa.

Sobre la primera concepción, Martí acepta la propiedad del Estado en importantes sectores de la economía, mientras que la segunda, la rechaza.    

En la lógica de su pensamiento económico deja fuera del Estado la explotación de la tierra y las pequeñas y medianas empresas en otras esferas de la economía. Había escrito en su momento: "Es rica una nación que cuenta muchos pequeños propietarios".[9] Aquí es necesario recordar la preocupación constante del Apóstol, influido por Spencer, por la libertad del individuo para que no sea aplastado por la comunidad, pero también apuntamos su desvelo porque las relaciones de propiedad privada tengan una función suficientemente social de equidad y dignidad para el hombre, por lo cual era preciso regularla.

¿Marx en Martí?


Se ha discutido si nuestro Héroe Nacional leyó o no a Marx, para sostener posiciones como estas y, en ese debate, las opiniones al respecto se han mantenido divididas hasta por Io menos la aparición del ensayo de Rafael Almanza: "En torno al pensamiento económico de José Martí". No sé qué opinarán hoy los partidarios de una lectura de Marx por Martí, pero, con exhaustividad argumental, este excelente texto concluye que "con los datos que tenemos hasta ahora, resulta imposible sostener que Martí conocía cabalmente a Marx”[10],  aunque se capta en el libro una convicción más íntima en el autor en relación con que es en realidad muy difícil que ello hubiera ocurrido.

No se repetirá aquí a Almanza, pero sí se brindarán elementos adicionales que fortalecen su reserva.

Primeramente, para conocer con una adecuada profundidad a Marx habría que estudiar el no fácilmente accesible tomo I de El Capital, donde según el propio pensador estaba lo mas importante de su teoría. Ello es difícilmente posible en Martí, no porque no estuviera a su alcance intelectual y paciencia la lectura, sino debido a la historia de las ediciones fuera de Alemania. Las primeras de ellas se comenzaron a vender en marzo de 1872 en Rusia y tres meses más tarde en Francia.[11]

En Inglaterra ello ocurrió, con éxito editorial, en 1887.[12] Es decir, para lo que se quiere argumentar, al parecer solo ediciones extranjeras del primer tomo de El Capital hubieran podido llegar a Martí entre su fecha de publicación en Alemania en 1867 y el momento en que nuestro Apóstol se introdujo de lleno en las tareas de la "guerra necesaria" en tierras norteamericanas, lo cual puede ubicarse en 1891. Es oportuno recordar que Martí residió en los Estados Unidos de 1880 a 1895, prácticamente el único lugar y período de su vida donde pudo recibir estas influencias.

Interesa hacer notar, además, que existía una idea divulgativa en Federico Engels hacia los obreros norteamericanos que por extensión pudo afectar a Martí. En el mismo 1887 no los consideraba maduros para leer siquiera el Manifiesto del Partido Comunista, aconsejando suministrarles la teoría del tomo I de El Capital dosificadamente,[13] lo cual se había comenzado en la década de los setenta, cuando Martí aún no vivía allí. No obstante, el mismo Engels ratifica en 1872 la existencia ya de varias ediciones del Manifiesto en Norteamérica.[14]

Martí, por su parte, no hace referencia ni a estas ni a ninguna otra obra marxista en sus textos, Io cual no quiere decir que desconociera su existencia.

En 1991, un investigador puertorriqueño, José C, Ballón, realizó un valiosísimo hallazgo en la biblioteca personal de Martí que custodia el Consejo de Estado de Cuba a través del Archivo de Asuntos Históricos: un libro de 1887 en inglés con 21 notas y 12 subrayados del Héroe, El socialismo contemporáneo de John Rae, compendio sobre las distintas teorías socialistas en el siglo XIX, catalogado de riguroso por Ballón. En este texto, uno de los capítulos más voluminosos, con 67 páginas, está dedicado a divulgar la vida y teoría de Marx y menciona, tanto a El Capital como al Manifiesto.[15]

Sería interesante leer qué dijo realmente Rae en su obra acerca de Marx, pero aunque Martí no anota ni subraya nada en esta parte, no es difícil demostrar, partiendo del conocimiento de la teoría marxista sobre el socialismo, que el Héroe cubano no la conoce con profundidad, no obstante llamar a Marx en su famosa crónica motivada por la muerte de este último, "veedor profundo en la razón de las miserias humanas, y en los destinos de los hombres", y estar, asombrosamente, más próximos de lo que parece.

Para darnos cuenta de ello, el polémico artículo martiano de 1884 sobre el texto de Hebert Spencer: "La futura esclavitud", es uno de los buenos argumentos. Sobre este trabajo, convengo con Cintio Vitier en el giro sorpresivo que da Martí al final cuando conmina a la política y al Estado ante la solución liberal de Spencer de excluir este último: "iYerra, pero consuela!, que el que consuela, nunca yerra".[16] Pero aquí y en otras partes de su obra parece manifestarse un Martí que se debate entre dos esperanzas: la implícita en su escrito sobre Spencer de que "el edificio... de veras tenebroso" de la absolutización de la propiedad estatal al estilo vislumbrado por el inglés no se llegara a producir y cuando escribió en 1886: 'Todo el anhelo de la civilización está en volver a la sencillez y justicia de Ios repartimientos primitivos".[17]

Es como si le faltara un eslabón, un eslabón que solo Marx podía brindarle, Un Marx que ni entonces ni aún se conoce totalmente.

Porque el principal ideólogo del materialismo filosófico, independientemente de las graves limitaciones que observó en la doctrina Georgista, tenía puntos de contacto con ella y con Martí y una concepción sobre lo que es la propiedad social sobre los medios de producción, que un poco más adelante se propondrá.

Valorando las similitudes, Carlos Marx coincidía con George y con Martí en la necesidad de nacionalizar la tierra y cobrar una renta por su uso. La primera medida de transición a adoptar por el Estado proletario de los países avanzados está referida en el Manifiesto del Partido Comunista: "Expropiación de la propiedad territorial y empleo de la renta de la tierra para los gastos del Estado".

La diferencia marxista radica en el tipo de explotación a establecer como estrategia sobre los terrenos.

Por cierto, excusándome de la digresión, en el artículo sobre "La futura esclavitud" demuestra Martí no conocer o recordar el Manifiesto cuando discrepa de la medida que propone una llamada "Federación Democrática Inglesa" y que es, en esencia, la octava medida de transición planteada por el documento: la "formación de ejércitos industriales y agrícolas conducidos por el Estado"[18], inexplicablemente omitida por Almanza como la segunda cita casi textual de Marx conocida por Martí.

La primera, "una asociación en que el libre desenvolvimiento de cada uno será la condición del libre desenvolvimiento de todos", del Manifiesto, la debió oír y leer Martí, según se ha investigado, partiendo de su casi segura asistencia al acto por la muerte de Marx celebrado en New York el 20 de marzo de 1883, donde la expresó un orador, y de la lectura de las reseñas publicadas por la prensa norteamericana sobre dicho evento, bases informativas ambas para preparar su crónica "Honores a Karl Marx, que ha muerto", aparecida ese mismo mes.

Martí, al igual que Spencer, opinaba sin conocer el concepto de Estado en Marx que "semejantes empresas aumentarían de terrible manera la cantidad de empleados públicos ya excesiva”[19].

Pero, continuemos con otra coincidencia entre los pensadores. La sexta medida recomendada por el Manifiesto apuntaba a la "centralización en manos del Estado de todos los medios de transporte", lo que significa que, por lo menos en el ferrocarril, también los fundadores del marxismo estaban de acuerdo con George y Martí. Lo único que, como ya expresamos, la palabra Estado tenía una connotación diferente en Marx. Al parecer, todo hace indicar que Martí y George jamás la conocieron. En realidad, todavía hoy se discute que quiso decir Marx con su concepción de propiedad social sobre los medios de producción, idea esta no suficientemente explícita en los textos de los clásicos.

Como se anunció unos párrafos atrás, es necesario abordar esta última cuestión para valorar mejor el pensamiento de Martí sobre el asunto.

En un voluminoso procesamiento de información en la obra de los clásicos del marxismo y en el acontecer del capitalismo desarrollado después de la muerte de Lenin, puede concluirse que la meta de la propiedad social sobre los medios de producción es, en esencia, lograr una especie de monopolio de la sociedad sobre dichos medios, conformado por empresas de trabajadores asociados o cooperativas, las que respetando los intereses cualitativos más generales y caros de la sociedad, gozan a su vez de la debida autonomía.[20]

La idea de esa sociedad, aunque aparece simplificada por motivos de espacio, fue expresada por Marx cuando planteaba la necesidad de “convertir la producción social en un sistema armónico y vasto de trabajo cooperativo”.[21]  

O por Lenin, cuando expresaba que “(…) el régimen de los cooperativistas cultos es el socialismo”.[22]

También el pionero de los dirigentes obreros de Cuba el socialista Enrique Roig San Martín (1843-1889), amigo admirado del entrañable para Martí, Fermín Valdés Dominguez, habría sido el primero en nuestra patria en definir la propiedad social como una “(…) libre federación de libres asociaciones de productores libres”.[23] Ello lo hizo, con evidente influencia marxista, en el periódico El Productor, el cual dirigía.

¿Estaría de acuerdo con esa concepción un Martí que, sobrepasando a George, coincidía con Marx en la necesidad de pasar a propiedad pública los monopolios industriales?

Considerando la justicia que, en materia de desburocratización, de distribución del ingreso y libertad de gestión genera la producción cooperativa, pienso que sí.

Hay que tener claro que la propiedad social en la variante conocida en los llamados “países socialistas” generó una costra de funcionarios públicos o burócratas que contribuyó a dar al traste con el sistema, lo cual era una gran preocupación en Martí. Recuérdese que en el artículo sobre Spencer concordaba sobre el absolutismo de la propiedad estatal, que "de ser esclavo de los capitalistas, como se llama ahora, iría (el hombre) a ser esclavo de los funcionarios".[24]

Con la producción cooperativa no puede ocurrir así, debido sencillamente a la revolución que genera en materia de descentralización de decisiones hacia los trabajadores, respetuosos a su vez de los objetivos generales de la sociedad. Hay que decir sin ambages que de donde estén las decisiones, en la burocracia gubernamental o en los colectivos de trabajadores, depende el éxito del socialismo.

Martí podría tener otras dudas con la propiedad social marxista, pero no la de que genere burocracia. Adicionalmente, la producción cooperativa representa el eslabón perdido indispensable para regresar, en un nivel superior, a los ya mencionados "repartimientos primitivos" tratados por Martí.

Hay coincidencias también no menos importantes entre nuestro Apóstol y Marx en lo que se refiere al desarrollo económico latinoamericano vinculado a la propiedad en el siglo XIX, y es en lo relativo a la gradualidad en los cambios y en la consideración de las condiciones específicas de cada nación.

Muchos recordarán la crítica martiana a Marx cuando escribió injustamente que " (...) anduvo deprisa (...) sin ver que no nacen viables ni de seno de pueblo en la historia, ni de seno de mujer en el hogar, los hijos que no han tenido gestación natural y laboriosa”.[25]

Teniendo en cuenta las leyes de la concepción materialista y dialéctica de la historia, una de las tres partes componentes del marxismo, Marx no avalaba, y debe decirse que no siempre consideró la violencia, el establecimiento del socialismo en la Latinoamérica del siglo pasado donde la clase obrera y, por tanto, la burguesía, eran incipientes. Martí no estaba al tanto de ese gran descubrimiento de Marx, pero parecía intuirlo.

En el siglo XIX los países latinoamericanos tenían un desarrollo concreto en sus fuerzas productivas que pedía relaciones de propiedad capitalistas para hacerlas avanzar y dejar atrás las formas atrasadas de apropiación existentes. Por ello, cuando Martí en 1890 espetaba: "Ni Saint Simon, ni Karl Marx, ni Marlo, ni Bakunin. Las reformas que nos vengan al cuerpo", Marx recordando una de las leyes universales de la concepción materialista de la historia reveladas por él y que hoy mantiene su actualidad, tendría que haberle sonreído y decirle: "Correcto. Desarróllense las fuerzas productivas en cada nación latinoamericana con las formas de propiedad que más las hagan avanzar".

En relación con esto, la investigadora cubana Graciela Chailloux considera como virtualmente irrealizable a finales de siglo XIX un desarrollo económico en la región con independencia del capitalismo norteamericano o inglés,[26] aunque pienso que pudieron estar sujetos a control.

Como se aprecia, no son pocos los puntos de contacto entre Marx y Martí en la esfera de la propiedad. Es en verdad admirable en el pensamiento martiano sobre este tópico, su preocupación humanista, ponderación y la orientación hacia adelante de sus concepciones.

Actitud ante la teoría

También se debe destacar con no menos fuerza, la avidez que profesaba Martí por la teoría social de la época que estaba a su alcance y su estudio más profundo.

Hoy, en relación con esto último y en medio de una confusión generalizada en las filas de la izquierda, tenemos que tomar el ejemplo martiano y lamentar los casos de quienes se vanaglorian de no haber perdido su tiempo leyendo a los clásicos del marxismo.

Ello, claro está, no es obligatorio para nadie, pero la ausencia de una lectura y un debate abiertos sobre cuestiones tan complejas y cruciales como las del tratamiento de la propiedad, tuvieron un peso inestimable en la catástrofe del llamado "socialismo real". El marxismo no es culpable de ello, mientras que las abiertas y sabias actitudes de Martí y Marx ante la difícil ciencia social, nos pueden servir de guía. Recordemos la deliciosa cita de un Marx preocupado por la posible impaciencia del público francés, siempre deseoso de empaparse de todo con rapidez, como el cubano, según pudiera haber dicho Jorge Mañach, y la ardua lectura, dada por el novedoso método de análisis, de los primeros capítulos de El Capital: "Esa es una desventaja contra la cual nada puedo y todo lo que puedo hacer, sin embargo, es prevenir a los lectores cuidadosos de la verdad. No existe atajo para la ciencia y únicamente tienen oportunidad de escalar su cima luminosa aquellos que no temen fatigarse al trepar sus escarpados senderos".[27]

Engels, en su oportunidad, había advertido, y cada marxista sabe que lo hacía sobre todo pensando en el procedimiento a seguir con la propiedad, que... "el socialismo, desde que se ha hecho ciencia, exige que se le trate como tal, es decir que se le estudie",[28] mientras que nuestro Martí repetía dicha actual alerta al llamarnos la atención sobre uno de los peligros que tenía la idea socialista “(...) el de las lecturas extranjerizas, confusas e incompletas".[29]

Por oposición nos llamó, pues, a una lectura propia, clara y total. Marx también.


Citas

¹ Conferencia impartida por el autor el 12 de mayo de 1993 en la Cátedra Latinoamericana y del Caribe que dirigía el fallecido intelectual cubano Cintio Vitier, en la Universidad de la Habana. Posteriormente, fue seleccionada por un jurado presidido por el Dr. Julio Le Riverend para formar parte de la edición especial que con motivo del centenario de la caída en combate de José Martí, preparó la Revista Cubana de Ciencias Sociales en su número 30 de 1995, hace 30 años. Se incorporan muy ligeras correcciones y adiciones que no afectan la esencia del texto original. 

[2] José Martí: Obras completas, t. 11, Editorial de Ciencias Sociales, la Habana, 1975, p. 146.  

[3] Rafael Almanza: En torno al Pensamiento económico de José Martí, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1990, p. 261.

[4] Engels dijo allí: "Así como Darwin descubrió la ley del desarrollo de la naturaleza orgánica, Marx descubrió la   ley del desarrollo de la historia humana”; Federico Engels "Discurso ante la tumba de Marx", en Carlos Marx y Federico Engels, Obras escogidas, 1 t., Editorial Progreso, Moscú, (s. a), p. 451.

[5] Rafael Almanza: Ob. cit., p. 274. 

[6] Carlos Marx y Federico Engels: Cartas sobre El Capital, Editora Política, La Habana, 1982, p.314.

[7] José Martí: Ob. cit., t. 12, p. 377.

[8] Ibídem, t.15.

[9] Rafael Almanza: Ob. cit., p. 123.

[10] Ibídem, p. 252.

[11] Carlos Marx y Federico Engels: Ob. cit., pp. 274-275.

[12] Ibídem, p.357.

[13] Ibídem, pp. 354-356.

[14] Federico Engels: "Prefacio a la edición alemana de 1872" (del Manifiesto del Partido Comunista), en Carlos Marx y Federico Engels, Obras escogidas, 1 t., ed.cit., p.27.

[15] José Carlos Ballón: "Martí y el socialismo contemporáneo de John Rae", conferencia para el evento "José Martí, hombre universal", la Habana, abril de 1992. 

[16] Cintio Vitier: "Algunas reflexiones en torno a José Martí", Conferencia magistral dictada en el evento "José Martí, hombre universal", suplemento del periódico Granma, La Habana, 11 de abril de 1992.

[17] Rafael Almanza: Ob. cit., p. 280.

[18] José Martí: Ob. cit., t. 15, p. 390.

[19] Ídem. 

[20] Posteriormente, el autor enriqueció esta visión general, a alcanzar muy gradualmente, al definirla “anatómica y fisiológicamente”, como la de “un único conglomerado estatal integrado por grupos empresariales ramales o subramales, organización que sustenta la planificación de cada grupo —ramal de hecho—, en los distintos horizontes de esta, contexto en el que las empresas, orientadas en esta perspectiva, se gestionarían descentralizadamente de manera cooperativa”. Tomado de su tesis doctoral, “Los tipos socioeconómicos en la fundamentación de las políticas futuras sobre el universo empresarial cubano”, defendida con éxito en mayo de 2023.

[21] Carlos Marx: “Instrucción sobre diversos problemas a los delegados del consejo central provisional”, en Carlos Marx y Federico Engels, Obras escogidas, 2 t., t. 2, Editorial Progreso, Moscú, 1973, p. 82.

[22] V.I.Lenin: “Sobre las cooperativas”, en Obras completas, t.45, Editorial Progreso, Moscú, 1987, p.389.

[23] Aleida Plasencia: “El Productor”, en autores varios, Historia de la prensa en cuba, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1988, p.134. 

[24] José Martí: Ob. cit., t. 15, p. 391.

[25] Ibídem, t. 9, p. 388.

[26] Graciela Chailloux: Estrategia y Pensamiento económico de José Martí frente al imperialismo norteamericano, Centro de Estudios sobre Estados Unidos (CESEU), la Habana, 1989, p.139. 

[27] Carlos Marx y Federico Engels: Cartas sobre El capital, ed. cit., p. 272.

[28] Federico Engels: "Prefacio a la guerra campesina en Alemania", 2da. ed., 1870, en Carlos Marx y Federico Engels, Obras escogidas, 1 t., ed. cit., p. 254.

[29] José Martí: Ob. cit., t. 3, p. 168. 

El Premio Nobel de Economía de 2024 es una farsa



Por Hua Bin, The Unz Review

El Premio Nobel de Economía 2024 fue otorgado a Daron Acemoglu, James Robinson y Simon Johnson por su trabajo sobre los factores económicos y políticos que determinan por qué algunas naciones alcanzan riqueza y estabilidad mientras otras caen en la pobreza y el caos.

Acemoglu y Robinson publicaron su trabajo en un libro titulado “Por qué fracasan las naciones: Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza” en 2012. Según el comité del Nobel, este trabajo se ha convertido en una piedra angular en la literatura económica, ofreciendo un análisis convincente de los factores que impulsan el éxito y el fracaso económico.

Daron Acemoglu era profesor de economía del MIT y James Robinson era profesor de gobierno de Harvard.

La tesis del libro es bastante sencilla: las naciones con instituciones económicas y políticas “inclusivas”, definidas como el estado de derecho, la participación democrática y el pluralismo político, tendrán éxito; las naciones con un sistema “extractivo”, dirigido por una élite gobernante egoísta, fracasarán.

En su análisis, la geografía, la historia, la cultura y los recursos naturales no son factores clave del destino de una nación. Más bien, las instituciones políticas y el comportamiento de la clase dominante determinan en gran medida el éxito o el fracaso económico de una nación.

Si bien no es una teoría revolucionaria (encaja perfectamente con el Consenso de Washington, de moda en aquel entonces), el libro se extiende mucho para analizar numerosos países y elaborar un argumento empírico.

El libro se publicó con gran fanfarria y contó con el apoyo entusiasta de no menos de seis premios Nobel de Economía, desde Kenneth Arrow hasta Michael Spence, el New York Times, el Washington Post, el Wall Street Journal y la BBC.

Francis Fukuyama y Niall Ferguson, dos académicos estadounidenses y británicos, respectivamente, elogiaron con entusiasmo el libro, en el que ambos países se presentaban como naciones ejemplares con sistemas "inclusivos". Estados Unidos triunfó gracias a la herencia de las instituciones coloniales otorgadas por los británicos.

Por qué fracasan los países fue seleccionado para el premio al libro de negocios del año 2012 del Financial Times y Goldman Sachs.

Leí el libro poco después de su publicación, ya que los autores dedicaron bastante tiempo a analizar China y contrastarla con Estados Unidos. Descubrí que tenían muy pocas ideas originales y que simplemente reciclaban la caricatura estereotipada occidental de China, mientras que sus elogios a Estados Unidos eran algo injustificados. Pronto olvidé el libro.

Si este fuera solo otro libro que no envejece bien, nadie se habría dado cuenta, y no escribiré sobre él. Después de todo, es normal que los libros de "ciencias sociales" reflejen la filosofía de la época en que se publicaron. A menudo se equivocan por completo y la gente pasa al siguiente objeto brillante.

Sin embargo, 12 años después de la publicación del libro, el prestigioso comité Nobel de Economía decidió otorgar a los autores el premio Nobel por este trabajo.

Así que releí el libro e investigué un poco sobre la opinión de otros cuando se publicó. Descubrí que mi impresión inicial se confirmó y que había críticas serias, la más profética de Ron Unz de Unz Review. Permítanme profundizar en esto.

Robinson y Acemoglu analizaron las instituciones económicas y el desempeño de numerosos países en el libro. Como principales economías del mundo, China y Estados Unidos recibieron especial atención.

Los autores utilizaron a China y a Estados Unidos como ejemplos de lo que caracterizaron como sistemas “extractivos” versus “inclusivos”.

Argumentaron que China estaba destinada al fracaso debido a su sistema económico extractivo, dirigido por una élite corrupta y egoísta. Por otro lado, Estados Unidos triunfaría con su sistema inclusivo y democrático, basado en el Estado de derecho, controles y contrapesos democráticos y una amplia participación ciudadana en la toma de decisiones.

El sistema chino fue descrito como cerrado a la competencia, incapaz de innovar y dirigido por líderes autoritarios y corruptos. Robinson y Acemoglu sostuvieron que el desempeño económico de China hasta la fecha (en la fecha de publicación de 2012), si bien impresionante, era insostenible y estaba a punto de desmoronarse.

Afirmaron que el sistema económico estadounidense prosperaba gracias a la destrucción creativa, ya que las instituciones inclusivas fomentaban la competencia, recompensaban la innovación y brindaban oportunidades a nuevos participantes en el mercado. Los autores argumentaron que el éxito de Estados Unidos no se debía a la geografía, la cultura ni los recursos naturales, sino a sus instituciones inclusivas y a una élite que trabajaba para promover los intereses de la población.

Trece años después de la publicación del libro, cabe preguntarse en qué planeta vivían Robinson y Acemoglu cuando escribieron el libro y qué tipo de ceguera ideológica llevó al Comité Nobel de Economía a concederles el prestigioso premio.

Tengan en cuenta que el libro se publicó en 2012, cuatro años después de la crisis financiera de 2008, cuando la élite “extractiva” de Wall Street le provocó al mundo la crisis de las hipotecas de alto riesgo y Obama rescató a los amos financieros del universo a expensas de las grandes empresas.

Robinson y Acemoglu siguieron utilizando a Estados Unidos como modelo de sistema económico inclusivo y recibieron elogios entusiastas de otras figuras económicas. Este completo desapego de la realidad demuestra la bancarrota intelectual de los economistas occidentales convencionales.

Una cosa era que académicos honestos escribieran un libro con tal sesgo ideológico en los tiempos de apogeo del Consenso de Washington y tal vez incluso ganaran el Premio Nobel antes de 2008, pero resulta verdaderamente desconcertante que Robinson y Acemoglu propusieran semejante tesis en 2012 y ganaran el Premio Nobel en 2024 cuando los datos empíricos y los hechos han demostrado que su análisis era erróneo. Neoliberales como Jake Sullivan admitieron abiertamente que la economía basura del Consenso de Washington fue la causa fundamental de la desindustrialización y el debilitamiento de Estados Unidos en un discurso pronunciado en 2023 en el Brookings Institute.

Trece años después, es evidente que el liderazgo chino, a diferencia de la élite egoísta y extractiva descrita por los autores, es meritocrático y eficaz. El país ha logrado enormes avances desde entonces y ahora goza de una de las economías más competitivas y es un innovador de talla mundial.

Por otra parte, la etiqueta de “extractivo” parece ajustarse mucho mejor a Estados Unidos, con sus salarios estancados para el 99% y su asombrosa concentración de riqueza en el 1%, alta inflación y endeudamiento, un sistema de salud e infraestructura en ruinas y un sistema político dominado por intereses especiales adinerados.

Contrariamente al argumento de Robinson y Acemoglu, el sistema político chino es mucho más inclusivo que el estadounidense: el 75% de los 37 líderes más veteranos (miembros del Comité Permanente del Politburó) desde 1990 provienen de la clase trabajadora, mientras que hay 13 multimillonarios en los altos cargos de la administración Trump. El Partido Comunista de China cuenta con casi 100 millones de miembros.

El sistema económico chino también es mucho más inclusivo que el estadounidense: el 65% del PIB en China se destina a los ingresos de los hogares, frente a menos del 50% en Estados Unidos. La clase trabajadora china disfruta de salarios en aumento, baja inflación, mejoras en la atención médica y la educación, e infraestructura de primer nivel.

En el sistema “extractivo” chino, el gobierno ha limitado las bonificaciones de los banqueros, reducido los salarios de los empleados públicos y condenado a funcionarios corruptos al corredor de la muerte.

Por otro lado, el sistema estadounidense "inclusivo" ha presenciado cómo millones de personas aplaudían el asesinato del director ejecutivo de United Healthcare. Nancy Pelosi tiene un fondo ETF que refleja específicamente su cartera de acciones y obtiene rentabilidades muy superiores a las de los mejores gestores de fondos. Y los oligarcas tecnológicos literalmente compran presidencias y actúan como titiriteros.

Mientras los economistas y comentaristas tradicionales colmaron de elogios el libro, Ron Unz de Unz Review escribió una brillante crítica del libro cuando se publicó por primera vez en 2012. El ascenso de China, la caída de Estados Unidos, por Ron Unz – The Unz Review

Ron señaló los esfuerzos del gobierno chino por aliviar la pobreza, las innovaciones de Huawei, el programa ferroviario de alta velocidad de China y la mejora del nivel de vida de los ciudadanos chinos promedio como contraejemplos de la caracterización "extractiva" de Acemoglu y Robinson.

Ron también señaló la desigualdad de ingresos, la captura política por parte de los oligarcas corporativos y la falta de participación democrática en las decisiones de guerra como ejemplos claros que contravienen la descripción optimista de Acemoglu y Robinson del sistema “inclusivo” de Estados Unidos.

Al argumentar en contra de la etiqueta de "extractiva" de China, Ron señaló acertadamente que este país atravesaba graves problemas de contaminación, desigualdad, burbuja inmobiliaria y corrupción. Curiosamente, cuando el presidente Xi Jinping asumió el máximo cargo en 2013, abordó específicamente los problemas identificados por Ron: una amplia represión de la corrupción y la contaminación, el impulso a la prosperidad común, el estallido de la burbuja inmobiliaria y el control de los monopolios tecnológicos. Difícilmente se trata del comportamiento de una élite gobernante "extractiva".


En retrospectiva, Ron fue profético en su crítica y demostró tener toda la razón en su análisis.

Es evidente que "Por qué fracasan las naciones" no ha envejecido bien. Si bien la tesis, en teoría, parece tener sentido —una economía solo prosperará en un sistema económico y político inclusivo—, el análisis y las predicciones de los autores sobre China y Estados Unidos son completamente erróneos.

No es novedad que los académicos, en sus torres de marfil, especialmente los de las ciencias sociales, rara vez aciertan sobre el mundo real. Lo sorprendente es que el comité del Nobel de Economía, con una perspectiva retrospectiva perfecta, aun así otorgó el premio a un trabajo tan fallido. El poder de la negación y el instinto de conformarse con una narrativa ideológica son verdaderamente ilimitados.

Colapso azucarero en Cuba: la producción cae a su nivel más bajo en más de un siglo y pone en jaque al ron. Comentario HHC


La histórica industria azucarera cubana atraviesa su peor crisis en más de 130 años. La producción no alcanzará las 200.000 toneladas y el país deberá importar azúcar para cubrir su demanda mínima. Las destilerías de ron, obligadas a usar insumos locales, ya muestran señales de alarma.


Fuente: agrolatam

14 May 2025

La industria azucarera de Cuba, símbolo de su economía y cultura por más de un siglo, atraviesa un colapso histórico. Por primera vez desde el siglo XIX, la producción anual de azúcar cruda caerá por debajo de las 200.000 toneladas en 2025, según informes oficiales y estimaciones de fuentes del sector.

La empresa estatal AZCUBA proyectaba alcanzar 265.000 toneladas este año, pero la zafra terminará al menos 100.000 toneladas por debajo, de acuerdo a datos recopilados por Reuters. En 2023, la isla produjo 350.000 toneladas, una cifra ya dramáticamente baja frente a los 1,3 millones de toneladas de 2019.

En su época dorada, Cuba llegó a exportar 8 millones de toneladas de azúcar en 1989. Hoy, enfrenta la necesidad de importar más de lo que produce, algo inédito para la isla.

La situación impacta directamente en una de las joyas exportadoras de la isla: el ron cubano.

Para ser considerado auténtico, el ron debe elaborarse con alcohol derivado de caña de azúcar cubana, algo cada vez más difícil de garantizar.

La producción de alcohol etílico de 96°, esencial para destilar ron de calidad, cayó un 70% desde 2019, pasando de 573.000 hectolitros a solo 174.000 en 2024, según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información de Cuba. Otra variedad de alcohol, utilizada en otros tipos de ron, también cayó de forma similar.

"Como el ron necesita tiempo de añejamiento, estamos tirando de las reservas. Pero la gran pregunta es: ¿vamos a tener reservas nuevas en el futuro?", dijo a Reuters un empresario extranjero vinculado al sector, bajo anonimato.

De las 13 provincias productoras de azúcar: Solo Sancti Spíritus alcanzó su meta, con 19.000 toneladas.

Villa Clara solo logró el 38% de su objetivo de 27.000 toneladas.

Cienfuegos llegó a dos tercios de un plan de 38.000 toneladas.

En el este, Las Tunas solo produjo 5.000 toneladas, apenas el 11% del plan.

Los fallos industriales, la falta de combustibles y lubricantes y la infraestructura obsoleta son moneda corriente en los reportes oficiales, que describen una cadena de producción rota y sin perspectivas claras de mejora.


La caída del bloque soviético, principal socio económico de la isla, fue el punto de inflexión que inició el derrumbe del sector azucarero cubano. Desde entonces, la combinación de sanciones internacionales, ineficiencias productivas y golpes como la pandemia llevaron al país a una situación crítica.

La dependencia del azúcar como fuente de empleo, divisas e identidad nacional choca hoy con una realidad de retroceso sin precedentes.

¿Qué viene ahora?

Con los ingenios funcionando a media máquina y las lluvias de verano agravando los problemas operativos, los especialistas no ven posibilidades de recuperación a corto plazo. La importación de azúcar, algo impensado décadas atrás, será la única vía para evitar un colapso total en sectores clave como el consumo interno, la exportación y la producción de ron.

Comentario HHC:  El Director General de Azcuba, y su sitio web, nada informan, ahí estan los problemas para empezar, como si la verdad , porque la realidad es terca, no se fuera a conocer, y entonces en este sitio web, AGROLATAM, publica esta información.

Azcuba, no rinde cuenta y siguen en el cargo todos, y solo se crea incertidumbre. Eso si , ¿cumplen con la construcción de casas para directivos, en Nuevo Vedado ?.


El Pleno del PCC dedicado al rescate del sector orientado por el General de Ejército y las medidas aprobadas para ello, pues mutis. ¿Hasta donde se va a llegar?.

Pues se requiere explicación , de la zafra, de la producción de alcohol, etc. de cuales son las perspectivas, etc, etc, de estos servidores publicos del pueblo. 

Fidel con la zafra de los 10 millones , que no se cumplieron, a pesar de ser la zafra que mas TON de azúcar se han alcanzado en la historia, fue a explicar en la TV nacional, el por qué  no se cumplió.  

Fragmentos de artículo del periodista Julio García Luis sobre el dia que se anuncio que no se cumpliria la meta de los Diez Millones de TON de azucar: 

“No estaba en el plan hablar de la zafra. Pero no hubiera sido leal con el pueblo. No sería lo más político, pero era lo más honrado. Teníamos la idea de esperar que arribáramos a los ocho millones y entonces hacer la explicación. Eso quizás hubiera sido lo más político. Pero no era correcto darle al pueblo hoy la alegría neta de esta gran victoria, y después, al cabo de los 20 días, la gran derrota”.

Queda callado un instante. Mira a todos los presentes. Luego dice, en voz baja: “Los revolucionarios no tenemos alternativa. Solo el deber”.

Escuchó con mucho interés las opiniones que le dimos algunos compañeros. Fueron frases de cariño y aliento. Hablaron los subdirectores Modesto González y Ramón Perdomo; el jefe información Tubal Paez, y el corrector de estilo Agustín Pi. Yo le dije: “Comandante, nunca como hoy el pueblo hubiera estado en mejores condiciones para recibir semejante noticia. Estaba enardecido. En frío, más tarde, no hubiera sido igual”.

Pensando en voz alta, dijo: “Ahora debo ir, mañana o pasado, a la televisión y explicar todo lo relativo a la zafra. Después lo que quisiera es meterme en el Pico Turquino, qué sé yo, meterme en el cañaveral más apartado, donde más malas sean las condiciones.

“El MINAZ tiene una parte muy grande de responsabilidad en esto”.

“Siempre preferiremos siete millones y medio con la verdad, que once millones con mentiras.

“Esta zafra, que supera en un 70 por ciento el promedio histórico de los últimos diez años, y en un 100 por ciento la zafra anterior, marcará un saldo imposible de igualar jamás en el futuro por ningún otro país; no será superado jamás ni siquiera por nosotros mismos.

https://www.trabajadores.cu/20200813/el-dia-que-se-anuncio-que-no-se-harian-los-diez-millones/

 

¡Hagamos de nuestros campos la fuente inagotable de prosperidad y dignidad!

Por: Miguel Díaz-Canel Bermúdez

 



Díaz-Canel durante el discurso de clausura del XII Congreso de la ANAP. Foto: Enrique González Díaz (Enro)/Cubadebate.

Discurso pronunciado por Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, en el XIII Congreso de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, en el Palacio de Convenciones, el 17 de mayo de 2025, “Año 67 de la Revolución”.

(Versiones Taquigráficas - Presidencia de la República)

Queridas compañeras y compañeros que dejan su sudor como semillas del trabajo en los campos de Cuba;

Campesinas y campesinos, representantes dignos de nuestra Revolución;

Queridas amigas y amigos:

Ante todo, nuestras felicitaciones por el Día Nacional del Campesino y por el excelente y aportador debate realizado en este Congreso anapista.

Felicitamos a las compañeras y compañeros elegidos como miembros del Comité Nacional de la ANAP, su Buró Nacional, y al compañero Félix como presidente nacional de la organización.  También a las provincias destacadas y a la provincia ganadora en la emulación.

No vengo a contar una historia de la que todos ustedes han sido parte fundamental y lo siguen siendo; pero no es posible enfrentar el presente sin mirar profundamente el pasado.

Las imágenes que apreciamos al inicio de esta sesión de trabajo nos revelan que hay mucha historia que defender, un legado enorme del pensamiento de Fidel que debemos creativamente interpretar y que mucho nos queda por hacer todavía.

Este Congreso no será histórico por la riqueza de su debate, sino porque a partir del mismo definitivamente logremos producir los alimentos que demanda nuestro heroico pueblo y nos alejemos de esa mentalidad importadora de alimentos que nos ha detenido el desarrollo productivo en estos años.

Antes de la Revolución el campesino cubano vivía encadenado a la explotación y la pobreza.  El 85 % pagaba rentas abusivas,  sometidos la inmensa mayoría a la aparcería y la explotación semifeudal, porque el latifundio extranjero devoraba las tierras, y la miseria era el destino de quienes alimentaban al país.  La tierra, que debía ser fuente de vida, resultaba un bien inaccesible para la mayoría.

Y en eso llegó la Revolución como un huracán de justicia y esperanza.  En las montañas de la Sierra Maestra el campesino no fue un espectador pasivo, sino un protagonista central de los combates.  Tal como sus antepasados hicieron con los mambises, ellos dieron refugio, alimentos, información, y muchos se unieron a las filas del Ejército Rebelde.  Como señaló el Che: “El campesino serrano no solo nos dio comida, sino que nos enseñó a vencer”.

En ese espíritu de lucha y justicia Fidel, con su visión clara y su amor profundo por el pueblo, firmó la Ley de Reforma Agraria en 1959 y entregó la tierra a quienes la trabajaban, devolviendo a más de 100 000 familias campesinas la dignidad ultrajada durante siglos.

En el histórico Congreso Campesino en Armas, celebrado en el Segundo Frente Oriental en septiembre de 1958, el entonces Comandante Raúl Castro Ruz advirtió que sin reforma agraria no habría Revolución, y convocó a la unión en una alianza indestructible entre campesinos y revolucionarios.

Siempre será preciso repasar con orgullo el camino recorrido, porque la Revolución llegó para romper esas cadenas, y lo hizo, en primerísimo lugar, con la Ley de Reforma Agraria firmada por Fidel en la Sierra Maestra, para entregar la tierra a quienes la trabajaban, lo que convirtió a la nación en dueña de su destino por primera vez en su historia.

El General de Ejército Raúl Castro Ruz ha dicho más de una vez que con aquel acto soberano la Revolución cruzó el Rubicón, es decir, llegó a un punto de no retorno en su afán justiciero.  La trascendencia y radicalidad de ese proceso de justicia social profunda, que saldaba una deuda histórica, cambió para siempre el panorama de los campos cubanos.  Y despertó la ira de los injustos.  La guerra económica contra Cuba, que no ha cesado desde entonces, se debe, entre otras muchas razones, a la declaración de la Reforma Agraria.

La ley también consolidó la alianza entre campesinos y obreros agrícolas, base social fundamental para la Revolución, y al enfrentar directamente los intereses imperialistas que se oponían a la transformación agraria, provocó reacciones como la invasión mercenaria por Playa Girón y el bloqueo económico de los Estados Unidos, recrudecido hoy día.

Pero la Reforma Agraria no se detuvo, sino que se profundizó, dignificó al campesino cubano, transformó las relaciones de propiedad en el campo, impulsó la justicia social y sentó las bases para el desarrollo económico y la soberanía agrícola del país.

La ANAP, fundada el 17 de mayo de 1961 bajo el amparo de la Primera Ley de Reforma Agraria de 1959, nació también como un acto de justicia social y soberanía alimentaria.  Al proclamarse que “la tierra es para quien la trabaja” se sembraron las bases para un modelo cooperativo que dignificó al campesino y redistribuyó el poder económico.  Hoy esa herencia se traduce en más de 404 806  miembros y 3 198 organizaciones de base, cifras que reflejan la fortaleza de un movimiento que ha resistido bloqueos y adversidades de todo tipo.

Como voz del campesinado cubano, la ANAP es más que una organización: es la familia que une, el espacio donde se comparten sueños, luchas y esperanzas.  Y sus miembros son responsables del 70 % de los alimentos que llegan a la mesa de los cubanos. 

Clausura del XIII Congreso de la ANAP. Foto: Enrique González Díaz (Enro)/Cubadebate.

Compañeras y compañeros, no podemos ignorar la extrema complejidad de los tiempos que vivimos.  La economía mundial que nos golpea, el bloqueo imperialista que intenta asfixiarnos y las dificultades internas, nos están demandando ser más creativos, organizados y disciplinados que nunca.

Frente a esos desafíos, el campesinado cubano, que es un luchador nato, un hombre y una mujer que saben que con trabajo, unidad y compromiso todo es posible, nos está dando lecciones de entrega todos los días en los campos de Cuba.

La tarea urgente de hoy es producir más, ser más eficientes, cuidar cada hectárea como un tesoro.

Vivimos tiempos complejos, con dificultades económicas y presiones externas que han escalado a niveles francamente insoportables, pero también con grandes oportunidades para probar la capacidad de resistencia y creatividad que nos distingue como pueblo.

En ese más que difícil contexto, la ANAP tiene la responsabilidad histórica de representar y guiar al campesinado, de ser una luz sobre el camino hacia la eficiencia, la organización y la justicia social.  Debemos redoblar esfuerzos para que cada parcela produzca, para que cada cooperativa sea un ejemplo de trabajo y compromiso.

Durante estos días se han abordado con profundidad y pasión los temas que definen el presente y el futuro de la organización y de su membresía, lo que sin duda significa también el presente y el futuro de nuestra nación.

Por su trascendencia, voy a comentar algunos que me parecen fundamentales y que constituyen prioridades para el trabajo de la ANAP en función de fortalecer los sistemas productivos que demanda la Estrategia de Desarrollo Local y Territorial en cada municipio y provincia del país:

  • El perfeccionamiento del funcionamiento interno de la organización, que comprende: la defensa de la unidad desde la participación del campesinado en el Programa de Gobierno para corregir distorsiones y reimpulsar la economía; el rol de las estructuras de dirección; el cumplimiento de las funciones; la política de cuadros; el sistema de trabajo; el crecimiento de asociados; la labor político-ideológica, y el trabajo con las mujeres y los jóvenes, entre otros temas.

Es esta la premisa fundamental para avanzar en la estrategia y los objetivos de trabajo aquí aprobados.

  • La eficiencia en el uso de la tierra: la tierra es un recurso sagrado, un legado que solo se cuida realmente cuando se aprovecha al máximo.

Optimizar el usufructo de la tierra y garantizar que cada parcela produzca al máximo sin dilapidar recursos, sin desperdicios ni negligencias, generalizando las mejores experiencias.

La tierra improductiva o mal utilizada va contra los intereses de toda la nación.  La productividad es un acto de amor a la patria y un deber revolucionario.

Hay que reducir la dependencia de importaciones de alimentos e insumos y aumentar la producción nacional con recursos endógenos; fortalecer la agricultura urbana, suburbana y familiar, que ha demostrado ser un pilar para el autoabastecimiento local y la diversificación de cultivos.

  • La producción, la contratación y comercialización de lo producido: es necesario fortalecer la integración de los actores que intervienen, elevar la exigencia y el control, llegar con oportunidad, honestidad y transparencia a todos los asociados, para comprometer y cumplir; desarrollar una gestión de Gobierno local fuerte, con comisiones y actores organizados que gestionen integralmente la producción, la transformación, la comercialización y el consumo de alimentos; reducir pérdidas y desperdicios de alimentos, y promover la educación alimentaria y nutricional para garantizar una alimentación sana y adecuada a toda la población.
  • La defensa y protección de las bases productivas: se ha reafirmado aquí que la seguridad en el campo es la seguridad de la Revolución. Combatir el robo, la corrupción y la indisciplina es tarea de todos, pero los responsables de ese todo tienen nombre y apellidos y es imprescindible controlar.  La vigilancia colectiva y la disciplina revolucionaria son las armas más eficaces para proteger lo que tanto trabajo y sacrificio demanda del campesinado.  No puede y no debe haber impunidad, y en las condiciones de fuerte escasez que enfrenta hoy el país estamos obligados a endurecer la aplicación de las leyes y a aplicarlas con el mayor rigor.  Proteger las bases productivas combatiendo el robo, la corrupción y cualquier acto que debilite la fuerza colectiva es una misión fundamental.
  • Se precisa un fortalecimiento del cooperativismo y la autonomía campesina: respetando siempre la voluntad libre de cada campesino, debemos tener claro que la organización colectiva es fundamental para mejorar la producción, compartir experiencias y enfrentar unidos los enormes desafíos que nos impone la realidad.
  • Sobre la incorporación de la juventud campesina: el relevo generacional es un tema central.

Hemos debatido estrategias para motivar a los jóvenes a permanecer en el campo, formarse, innovar y asumir responsabilidades, porque el futuro de la agricultura cubana depende de ellos.  Y en los últimos años hemos advertido una positiva tendencia al rejuvenecimiento en varios territorios, que debe alimentarse promoviendo iniciativas y creando condiciones que resulten atractivas para los jóvenes interesados en trabajar la tierra.  Promover la participación activa de la juventud campesina, para que hereden no solo la tierra, sino también el compromiso revolucionario.

  • Acerca de la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente: la agroecología, el método De Campesino a Campesino y las prácticas sostenibles han sido reconocidos como herramientas esenciales para producir alimentos sanos y cuidar nuestra tierra, garantizando un desarrollo que preserve los recursos para las futuras generaciones. Es preciso extender y profundizar esas prácticas.

Fortalecer la agroecología retomando el método De Campesino a Campesino, donde el conocimiento se comparte de igual a igual, porque nadie mejor que ustedes sabe lo que necesita el campo cubano; compartir experiencias aprendiendo y avanzando unidos; innovar con tecnologías accesibles, sin depender de insumos costosos y priorizando semillas autóctonas; incorporar tecnologías accesibles y sostenibles que respeten la tierra y permitan producir más con menos insumos costosos, y fortalecer las relaciones y convenios con los centros de investigación y las universidades.

Enfrentamos entre todos desafíos históricos en los que el campesinado resulta determinante.  Hablamos de reducir importaciones, aumentar rendimientos y producciones, y combatir el delito.

Hoy el llamado es a producir más con menos, a romper la mentalidad importadora, a ser eficientes y a mantener viva la ética revolucionaria en cada surco, frente a las medidas coercitivas unilaterales y la escasez de insumos que golpea a todos en todos los ámbitos de la economía.

A estas tareas se suman otras, derivadas de algunas críticas que el Congreso no eludió, como son:

  • La degradación de suelos, agravada por la falta de fertilizantes y combustibles, y consecuencia directa del cambio climático.
  • El aumento de los robos, asaltos y delitos de sacrificio ilegal de ganado, que desalientan la producción agropecuaria.
  • Los impagos crónicos por parte de empresas estatales, que comprometen seriamente los resultados de las cosechas y desmotivan a los productores.
  • La necesidad de modernización, con sistemas de riego eficientes y la adopción de agroecología para sostener la seguridad alimentaria.

Frente a esos problemas que agobian a los productores, se ratificó la importancia de activar los destacamentos de vigilancia campesina y la cooperación comunitaria, así como la exigencia de transparencia en los pagos y el trabajo integrado con los campesinos de todas las instituciones estatales.

Las propuestas realizadas por ustedes en este Congreso enfatizaron en la necesidad de fortalecer las cooperativas, asegurando su autonomía y vinculación con empresas estatales, y la gestión de la ciencia y la innovación en los procesos productivos; impulsar la agroecología con más de 250 iniciativas innovadoras ya sistematizadas en Cuba, y algunas apoyadas por la FAO y la Unión Europea; incrementar el rol de la mujer campesina, no solo en labores productivas, sino en la toma de decisiones, y reconocer su aporte en movimientos como Mujeres Creadoras; el trabajo de las cooperativas orientado a las comunidades campesinas, apoyando al Programa de la Ruralidad, para mejorar las condiciones de vida, el entorno y el hábitat; y expandir la protección social, ampliando el régimen de Seguridad Social para cubrir a más trabajadores agrícolas.

La implementación de estas propuestas debe estar orientada a lo social y ser concebida para mejorar las condiciones de trabajo y de vida del campesinado cubano.  Fidel, en su visión integradora, afirmó que sin el campesino no hay Revolución.  Este Congreso honró esa máxima al reafirmar que la ANAP es pilar de la economía y de la identidad nacional.

¿Qué falta entonces para que todas las cooperativas funcionen bien?  La respuesta yace, como ustedes la han dado, en la unidad, en la  innovación y en el apego a un legado que, como la tierra, nutre las raíces de Cuba.

Corresponderá a la organización asumir con valentía y claridad las tareas orientadas a resolver los problemas señalados.

Por nuestra parte, al cerrar este Congreso, nos llevamos compromisos claros por parte del Partido y del Gobierno: Fortalecer la cooperación entre los productores y las instituciones estatales; implementar con mayor eficiencia las políticas que garanticen el acceso a insumos y tecnología; priorizar la formación y el intercambio de conocimientos para aumentar la productividad; continuar promoviendo la participación activa de los jóvenes y mujeres en el sector agropecuario; fortalecer la producción agrícola con responsabilidad, para optimizar los recursos y asegurar que cada hectárea rinda lo necesario para alimentar a la nación; garantizar la justa distribución de los insumos y que nuestros agricultores tengan lo necesario para trabajar con eficiencia; impulsar la cooperación y el conocimiento, para transmitir las mejores prácticas de generación en generación; movilizar a nuestros jóvenes y mujeres, porque en sus manos está el futuro del campo y de la Revolución; y defender nuestros principios con firmeza y enfrentar cualquier obstáculo sin miedo, con el orgullo de saber que nuestro trabajo es un acto de resistencia y victoria.

Al cerrar este Congreso reafirmamos el juramento hecho en la Sierra Maestra: ¡La tierra es del que la trabaja!  La ANAP no es solo una asociación; es el puño levantado de quienes defienden la Revolución.

Este Congreso no fue solo un balance, sino un juramento colectivo: ¡Seguir cultivando esperanzas en medio de las tormentas!  Como escribió José Martí: “La agricultura es la única fuente constante, cierta y enteramente pura de riqueza”, y en cada surco el campesino cubano también siembra patria.

Para alcanzar la soberanía alimentaria en Cuba es clave implementar un enfoque integral que combine políticas públicas, innovación tecnológica y fortalecimiento de los sistemas alimentarios locales, para todo lo cual es insustituible el campesinado.  Según la Ley de Soberanía Alimentaria y Seguridad Alimentaria y Nutricional aprobada en nuestro país, se establece un marco legal para garantizar la producción sostenible de alimentos, la movilización de recursos locales y la organización de los actores en sistemas alimentarios soberanos y sostenibles.

Además, el Plan Nacional de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional de Cuba articula estas acciones con un enfoque intersectorial, participativo y sostenible, alineado con los objetivos del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta 2030.

La soberanía alimentaria en Cuba se logra combinando la ley y políticas públicas con innovación; participando ustedes activamente y en las comunidades, para alcanzar la diversificación productiva y la gestión local integrada de los sistemas alimentarios, todo ello bajo el principio de producir alimentos suficientes, nutritivos y culturalmente adecuados con respeto al medio ambiente y a la soberanía nacional.

Hoy concluimos un congreso que no solo ha sido un espacio de debate, sino también una reafirmación del compromiso y la voluntad de nuestros agricultores pequeños en el desarrollo de nuestra nación.  A lo largo de estos días hemos intercambiado ideas, discutido soluciones y fortalecido el camino hacia una producción agropecuaria más eficiente, sostenible y beneficiosa para el pueblo cubano.

Las intervenciones han puesto de manifiesto el esfuerzo diario de las mujeres y los hombres del campo, su capacidad de resistencia ante los desafíos y, sobre todo, su inquebrantable vocación de aportar al bienestar del país.  Con orgullo podemos decir que la ANAP sigue siendo un pilar fundamental en la construcción de una economía sólida, capaz de abastecer a la población con alimentos sanos y cultivados con esfuerzo y amor por la tierra.

Este Congreso ha demostrado que juntos debemos resultar invencibles.  Que la fuerza del campesinado cubano está en su unidad, en su amor por la tierra y en su compromiso con la Revolución.

¡Hoy más que nunca la Revolución confía y cuenta con todos ustedes!  ¡Ustedes son la esperanza que germina en cada surco, la fuerza que sostiene la soberanía alimentaria, el ejemplo vivo de que otro mundo mejor es posible!

No hay tarea más noble que alimentar a nuestro pueblo.  No hay sacrificio más justo que el del campesino que con sudor y esfuerzo cosecha la esperanza de la patria.  Somos herederos de una historia de lucha, y tenemos la responsabilidad de honrarla cada día.

La tarea que tenemos por delante es inmensa, pero sabemos que el campesinado cubano siempre ha demostrado su capacidad de vencer cualquier adversidad.  Con unidad, trabajo y disciplina podemos avanzar en la senda de la soberanía alimentaria y el desarrollo sostenible que nuestro pueblo merece.

Hoy no termina una jornada de trabajo, sino que comienza una nueva etapa de compromisos y acciones concretas.  ¡Hagamos de nuestros campos la fuente inagotable de prosperidad y dignidad!

Hoy no cerramos un congreso.  Hoy abrimos un camino.

¡Que cada palabra que hemos compartido aquí se traduzca en acción!  ¡Que cada compromiso se cumpla con honor!  ¡Que cada campesino sienta el orgullo de saber que su trabajo es la base de la independencia del pueblo cubano! 

Hermanas y hermanos de la tierra, levantemos las manos y los corazones en un compromiso solemne: defender la Revolución, producir con amor y disciplina, y honrar la memoria de quienes nos dieron la tierra y la libertad.

Que este Congreso sea el punto de partida para redoblar esfuerzos, para sembrar no solo alimentos, sino también sueños, justicia y futuro.

Que cada uno de ustedes regrese a su tierra con la convicción de que son indispensables, que su labor es sagrada y que la patria los necesita más fuertes que nunca.

Que el espíritu de aquellos campesinos que lucharon en la Sierra Maestra, que dieron todo por un país justo y soberano nos inspire a seguir adelante, con la frente en alto y las manos en la tierra que nuestros padres nos ganaron de pie.

¡Vivan los campesinos cubanos! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)

¡Viva la ANAP, fuerza y alma del campo! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)

¡Vivan Fidel y Raúl! (Exclamaciones de: “¡Vivan!”)

¡Viva la Revolución Cubana! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)

¡Hasta la Victoria Siempre!  (Exclamaciones de: “¡Siempre!”)

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

(Ovación.) 

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