En estas dos frases, en mi opinión, se resume el pensamiento revolucionario de siempre de Fidel, el mismo que lo llevo al Moncada, a la Sierra y a la proclamación de la Revolución Socialista previo a los combates victoriosos de Girón. Y ellas representan el gran legado que nos dejó como testamento político: sentido del momento histórico para el cambio revolucionario.
El cambio es
consustancial al concepto de Revolución. Y Fidel lo anuncio con su visión a
largo plazo que siempre tuvo. Estoy convencido que el preveía que pasado el
Periodo especial iba a ser necesario en algún momento futuro repensar el modelo
que veníamos aplicando desde 1980 y en algunos de los principios teóricos que desde
antes, se basaba. El principio de la negación del mercado en el intercambio en
el socialismo, de las empresas entre sí, y la población.
Ese momento, en mi opinión ha llegado. No es posible retrasarlo más, pues el costo pudiera ser, que al no lograr remontar la crisis en la producción y en la productividad del trabajo, pongamos en peligro a la propia Revolución y la posibilidad de construir el socialismo en nuestra Patria.
Sera necesario que entendamos que el modelo actual de construcción socialista no funciona. Cuba tiene que ser capaz de producir sus alimentos. No puede aspirar a vivir de importarlos. Estamos obligados a producirlos en nuestras tierras y con los campesinos y obreros cubanos. Y solo si aplicamos los principios y leyes económicas del mercado será posible lograrlo. Y junto a eso, que el Banco Central sea capaz de establecer una tasa de cambio de mercado para que todos los productores estatales, privados y cooperativos puedan vender y comprar divisas para desarrollar sus actividades productivas para el consumo nacional y para la exportación.
¿Es racional desde el punto de vista económico continuar apostando al turismo como ¨locomotora de la economía¨, sin introducir simultáneamente el mercado en la agricultura y la industria alimentaria como soporte obligado para producir alimentos para la población y el propio turismo? ¿Tiene sentido gestionar turismo como fuente de ingresos en divisas y dedicar parte importante de esas divisas en importar alimentos que se pueden producir en el País y procesarlos en su industria alimentaria? ¿Se debe continuar sin reaccionar frente a la realidad informada por el Ministro de la agricultura en la reunión del Consejo de Ministros del pasado 6 de mayo en que afirmo que ¨los análisis que hemos hecho para profundizar en la producción agropecuaria inscrita en el plan de la economía dejan claro que no se satisfacen las necesidades de la población y las producciones están muy por debajo de lo que hace falta¨?
Lo único racional y también revolucionario, según mi punto de vista, sería permitir que el mercado comience a operar legalmente entre los productores agrícolas, el comercio de los territorios y de la industria alimentaria. Erradicar el concepto de topes de precios. Es preferible altos precios en moneda nacional que la importación de alimentos en divisas para venderlos a precios subsidiados. No habría que subsidiar a nadie con los precios. Si a los vulnerables, para que puedan comprar sus alimentos, más la electricidad y el agua. El resto de la población tendría que pagar los alimentos por los precios del mercado, utilizando sus ingresos producto del trabajo. El principio que no se podría violar en ningún caso, es que nadie quede desamparado. Pero no a través de una libreta de abastecimientos, sino de dinero para que compre sus alimentos. Pero dejar que los productores produzcan sin limitaciones burocráticas y oferten sus producciones en mercados organizados, donde participe la industria alimentaria, incluidas las Mipymes. Sin perseguir a nadie ni convertir a las multas en instrumento de dirección. Las empresas municipales de comercio deben aprender a comerciar y a lograr acuerdos con el productor. En el proceso de contratación entre productores, el comercio y la industria alimentaria debe participar el banco de crédito que debe acostumbrarse también a correr riesgos y aprender a financiar el comercio agrícola y la industria alimentaria. De ahí saldrán los verdaderos planes no burocráticos.
Se debe estudiar la posibilidad y realizar experiencias de crear Micro, Pequeñas y Medianas empresas con productores agrícolas privados, o sea Campesinos. Que sean propietarios o usufructuarios, pero que inviertan capital propio en la constitución de las mismas. No habría que ponerlas en contraposición de las Cooperativas ce Crédito y Servicios, pero quizás puedan complementarse. La ANAP, como organización de los campesinos, pudiera jugar el importante papel de organización gremial y política. En el sector privado agrícola, sobre todo el pequeño y mediano, hay muchas posibilidades de desatar las fuerzas productivas, siempre y cuando se les permita desarrollar sus potencialidades y a partir de ellos lograr recursos financieros.
Hay un error en la conducción de la economía del País, y es un rezago ideológico que aún nos está dañando. En la conducción de la economía, es necesario considerar que todas las empresas son iguales. La propiedad de las mismas no puede influir. El Estado actúa a través de la inversión a favor de las empresas de su propiedad. Pero está obligado a crearles condiciones de desarrollo a todas. Los otros actores invierten en las suyas, y para ello necesitan tener confianza de que la balanza no se va a inclinar a favor de uno de los otros actores. El Estado no puede ser parte. El Estado Gobierna. Es entendible, pero no justificable, que un cambio tan trascendental tenga que vencer trabas ideológicas que datan de décadas de enseñanzas teóricas obsoletas y de prácticas vinculadas a ellas. Las trabas ideológicas nos han hecho mucho daño, y lamentablemente a pesar de los Congresos del Partido y la Constitución, en la práctica no los erradicamos. El concepto Fidelista de ¨Cambiar todo lo que deba ser cambiado¨ debería incluir a la propaganda y orientación política a través de los medios de comunicación.
En mi opinión, la Dirección Revolucionaria actual del Pueblo de Cuba, continuadora de la de Fidel, tiene ante sí la extraordinaria tarea de recuperar la confianza de la inmensa mayoría del Pueblo de que lo va a conducir a la victoria. Que en este momento histórico no hay otra más importante que sacar adelante la economía del País, en primer lugar su agricultura e industria alimenticia, incluyendo la azucarera, superando dogmas obsoletos y criterios burocráticos que nada tienen que ver con una Revolución que cree y confía en la inteligencia y patriotismo de sus hombres y mujeres, y sobre todo en sus jóvenes.
Cuando Fidel se fue para México, a donde entre los primeros envió a Raúl, le anuncio al Pueblo de Cuba que ¨en 1956 seremos libres o seremos mártires¨. Con ello se comprometió que en ese año reanudaría el combate contra la Dictadura de Batista. Tendría que superar muchos escollos, pero se comprometió. Algunos compañeros de otras organizaciones viajaron a México para tratar de convencerlo de que no estaban creadas todas las condiciones y que debía aplazar el desembarco para el próximo año. Él se negó con el argumento de que se había comprometido y cumpliría porque el Pueblo de Cuba no creía en los que se comprometían y no cumplían. Y salió con los 82 expedicionarios, en condiciones muy difíciles, pero cumplió. Y a partir de entonces todo el Pueblo creyó en su palabra. Y con su palabra comprometida llevo a nuestro Pueblo a la Victoria del 1ro, de enero de 1959. Y así actuó siempre. En esta forma de actuar, debemos también seguir las enseñanzas y ejemplo de Fidel.
11/05/25
*Joaquín Benavides Rodríguez. Ocupó el cargo de Jefe del Departamento económico del Comité Central (1977- 1980). El de Ministro- Presidente del Comité Estatal de Trabajo y Seguridad Social de Cuba (1980-1986). Fue Ministro de Gobierno y Presidente de la Comisión Nacional del Sistema de Dirección de la Economía (1986-1991). Entre 1991 y 2003 ocupó el cargo de Viceministro de Economía del Ministerio de Transporte.